Instalar un sistema de aire comprimido parece fácil… hasta que lo haces mal.
¿Resultado? Pérdidas de presión, equipos que duran la mitad y facturas que no esperabas.
Pero no te preocupes, vamos a contarte lo que nadie suele decirte antes de empezar.
Lo que nadie te cuenta (pero deberías saber)
- Cada taller es un mundo. No sirve copiar la instalación del vecino. La red de tuberías, el tipo de compresor y los puntos de consumo dependen de tu espacio y volumen de trabajo.
- La normativa no perdona. El aire comprimido no es “enchufar y listo”. Hay requisitos legales de seguridad que, si no cumples, pueden costarte sanciones (y sustos).
- Un mal diseño cuesta caro. Un sistema mal calculado puede hacerte gastar más en energía y reducir la vida útil de tus máquinas.

¿Cómo hacerlo bien desde el principio?
Con un buen proyecto. Un profesional que mida, calcule y diseñe el sistema a tu medida. Parece obvio, pero muchos talleres instalan “como sea” y luego se arrepienten.
Beneficios de hacerlo bien
- Menos consumo eléctrico (ahorro que se nota).
- Equipos que duran más y trabajan mejor.
- Seguridad para ti y tus empleados.
Conclusión:
Si vas a invertir en aire comprimido, hazlo una sola vez y bien.
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